Jack Nicholson maneja con los pies la dirección de un Corvette convertible que atraviesa la playa. Lleva unas gafas oscuras y los brazos abiertos y está sentado sobre la cabecera del asiento del conductor. El pie izquierdo de Shirley MacLaine se encarga de acelerar el auto deportivo. Y ambos, Jack y Shirley, protagonizan una de las escenas cinematográficas más memorables de los autos convertibles, con la brisa estallándoles en la cara, el mar a un costado y los problemas abandonados por unos instantes.
Ocurrió en la película La fuerza del cariño, y muchos consideran esa escena una muestra del amor y la libertad, tal como lo vive el que tiene el placer de conducir un descapotable, casi siempre un irreverente al que poco o nada le importa mostrarse en público. Una persona segura de sí misma.
Mafalda definió mejor que nadie a los convertibles. “Es uno de los pocos autos en los que lo importante sigue siendo la persona”, dijo sobre el auto de su familia, un Citroën 2CV artesanal y tierno, con techo descapotable de la especie Targa Top. Con él recorrieron cientos de páginas de historietas con ilustraciones donde aparecen distendidos e inalcanzables y rodeados por un halo soñador como alguna vez lo tuvieron los argentinos.
Ocurrió en la película La fuerza del cariño, y muchos consideran esa escena una muestra del amor y la libertad, tal como lo vive el que tiene el placer de conducir un descapotable, casi siempre un irreverente al que poco o nada le importa mostrarse en público. Una persona segura de sí misma.
Mafalda definió mejor que nadie a los convertibles. “Es uno de los pocos autos en los que lo importante sigue siendo la persona”, dijo sobre el auto de su familia, un Citroën 2CV artesanal y tierno, con techo descapotable de la especie Targa Top. Con él recorrieron cientos de páginas de historietas con ilustraciones donde aparecen distendidos e inalcanzables y rodeados por un halo soñador como alguna vez lo tuvieron los argentinos.
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